lunes, 9 de agosto de 2010

Argentinos 1 - Huracán 2


El campeón, renovado, volvió a casa pero sin ese juego que lo llevó a la consagración. Huracán, desde la suela de Angel Morales, terminó festejando.

El barrio se reencontraba con Argentinos, con el legítimo campeón del fútbol argentino. Por eso, La Paternal estaba de fiesta. La música, “we are de champions”, ¿cuál otra iba a ser?, sonaba repetidas veces para que no hubiera dudas de qué se trataba tanto jolgorio. El cartel que se formaba con las letras C-A-M-P-E-O-N, hechas a mano con telgopor, se alzaban alto y con orgullo para que todos pudieran leerlo. Pero... where is the champion? ¿Dónde está el campeón? Parece que el galardonado faltó a su propia fiesta, porque lejos estuvo este Argentinos de parecerse a aquel equipo de Borghi que provocaba ganas de verlo jugar. Nada de los Globerttroters de La Paternal ni mucho menos. Esta fue otra historia. Es otra historia Es justo decirlo: este Argentinos no es el mismo que ése. Ya no están Peric, Caruzzo, Sosa, Coria y Caldera. Ni el Bichi, el hacedor del team que hizo historia. Ahora los Bichitos están en un proceso de formación. Con una nueva cabeza técnica, con nuevo sistema (4-4-2) y con varios nombres que todavía tienen que ensamblar en la base que quedó del Apertura. Lo extraño fue que se perdió la esencia con la que se consagró: poco toque y demasiado pelotazo, escasa circulación y mucha imprecisión. Cuando apeló a la memoria, fue cuando más se lució. Después dejó que Huracán creciera y a partir de ahí comenzó la barranca abajo. Porque el Globo, que también estaba estrenando un importante número de jugadores, no había hecho nada para imponerse al Bicho. Hasta que, claro, el Chulo Rivoira metió mano en el equipo y quiso arriesgar con el ingreso de Mariano Martínez y, principalmente, con el fútbol de Angel Morales. El fue la simpleza, la elegancia, la clarificación del juego. Con Matute, Rolando Zárate pudo dejar de jugar de espalda al arco y tenerlo delante de sus ojos para pegarle desde afuera, como a él le gusta. Y así fue como nació la igualdad de Huracán (Marianito aprovechó un rebote tras un tiro del Roly). Y tocando, con espacio, Britez Ojeda, quien juega mejor solo que acompañado por Machín, lo habilitó a Montiglio (físicamente lo más parecido a Lucho González) para mancharle la festichola al dueño de casa.

No es casualidad la palabra mancharle. Porque La Paternal sigue de fiesta, sigue luciendo la chapa de campeón pese a todo porque bien merecido lo tiene. Eso sí, deberá volver a recurrir a la idea de pase al compañero para demostrar dónde está el champion.

Mariano Martínez era actor de reparto pero con un gol se ganó el protagónico. “Una tarde redonda”, celebró.

A los 8 minutos del segundo tiempo Rivoira le puso unas fichas a Mariano Martínez, quien no es actor pero tuvo un segundo tiempo que bien podría ajustarse a la metáfora de una faena actoral: de intérprete de reparto pasó a ser protagonista estelar de la obra que fue la victoria quemera en La Paternal después de 11 años. Ante el campeón, nada menos. En sólo 14 minutos Mariano se convirtió en galán, capturó un rebote dentro del área, tras un tiro al arco de Zárate, y no perdonó.

“Me voy muy contento por el gol, que fue importante para el trámite del partido. También estoy muy agradecido a la gente que confió en mí, al cuerpo técnico y a mis compañeros. Fue una tarde redonda”, dijo el delantero, que ayer entró a jugar al medio. “No jugué de delantero, sino como volante. Entré a volantear, pero siempre tratando de ayudar al Roly para que no esté tan solo arriba. El Chulo me pidió que entrara como doble enganche acompañando a Matute”, explicó MM.

Fue el segundo gol de Martínez en Primera (el anterior se lo había hecho paradójicamente a Huracán en el Ap. 07, cuando jugaba para Olimpo). Y justo se lo hizo a su ex club (16 partidos en el Bicho, sin goles, hace dos temporadas): “Es especial. Acá tengo el mejor recuerdo, me quedaron muchos amigos. Pero hoy pienso en Huracán, que se la jugó por mí. Quiero devolver esa confianza”. Un gol en el debut no está mal para empezar. Y, son amores... ¿No?