El ex River llegó y le bajó los decibeles a la polémica. "No sería la primera vez que me pasa esto", tiró con onda.
De uno a diez, el tono es diez en respeto, en ubicación, en sentido de la circunstancia. Sin embargo, es extrañamente bajo para su chapa, para sus 12 años en la Selección, para alguien que, hasta no hace mucho tiempo, era el dueño de un puesto que no perdió (de hecho, todavía no) en la cancha. En definitiva, parece acostumbrado Hernán Crespo a no sentirse un indiscutido. Y este regreso a la Selección después de la Copa América lo encuentra otra vez en ese lugar de debate, como él mismo lo define. Sabe que no está en su mejor momento. Sabe que la continuidad de estos tiempos en su club no es garantía de respaldo ("El año pasado, de tres partidos jugaba dos y ahora uno y medio"). Sabe que los enanos crecieron en sana competencia. Sabe que Coco dijo, hace apenas un mes, que Tevez era su 9. Sabe, entonces, que a los 32 años puede volver a ser suplente. "No sería la primera ni la última vez que me toca estar en esa situación. No hay problemas por eso. Yo acepto venir a la Selección a cualquier precio, acepto ir al banco. En el lugar que sea, uno quiere estar", dijo.
Así, en el aeropuerto de Ezeiza, recién llegado de Italia, el delantero mostró esta postura conciliadora que, en algún punto, también lo enaltece: quedó tan claro que la dirección de las preguntas no parecieron tomarlo por sorpresa, como que su discurso correcto, su mensaje pro-Selección y su profesionalismo parecen fuera del debate por un lugar entre los 11. Después, en el predio, el goleador también se mantuvo esa línea. Tuvo un contacto cercano con Basile, a quien le mostró un golpe que tiene en el tobillo izquierdo (por eso no iba a jugar el domingo el partido ante la Lazio, que al final se suspendió) y luego participó de un trabajo de fútbol reducido con sus compañeros del Inter (Cambiasso, Zanetti y Burdisso), Insúa y Román. Predispuesto, de buen humor, Hernán pareció aceptar en cada declaración que esta vez corre desde atrás. Tevez, sin estar nada definido todavía (la primera práctica de fútbol será mañana), por ahora le saca ventaja para el choque contra Bolivia.
—¿Llegás con la expectativa de ser titular?
—Llego con la expectativa de aportar. Desde dónde sea. Siempre que hay un partido en la Selección uno es hincha: esté sentado en su casa, en la tribuna, en el banco o jugando, que es lo más lindo. Para mí lo importante es estar en la Selección. Después, en qué lugar, es indiferente.
—Basile dijo en Venezuela que Tevez es su 9...
—Y me parece perfecto. No hay problemas. Donde haya que estar, voy a estar...
—¿Por qué pensás que te cuesta ser el dueño indiscutido del puesto?
—No es que me cueste... Estoy en un puesto que genera debates. Siempre es así para el delantero, para el que hace goles... Es como el arquero. Genera debates. Es normal.
—¿Sentís que en estas Eliminatorias la vas a tener que luchar más?
—Estar en la Selección siempre cuesta. Pero lo principal es venir a aportar.
—¿Tenés que seguir rindiendo cuentas?
—Cuentas no se rinden. Sí examen. La carrera habla por sí sola, pero hay que estar vigente y siempre a la altura de la circunstancia. Cada vez que venís a la Selección tenés que demostrar. Ese ejercicio lo hice durante 12 años.
—¿Qué cosas te motivan al estar sabiendo que por ahí no serás titular?
—El hecho de pertenecer a la Selección ya es lo mejor que le puede pasar a cualquiera. Es el sueño de todos. Mientras siga jugando al fúbol, siempre voy a tener la esperanza de ponerme esta camiseta. Después, en el lugar que me toque lo decidirá Basile. Yo estoy feliz en este grupo.
—¿Qué le podés aportar al equipo?
—Nada nuevo, je. Lo de siempre: tratar de hacer goles, de ganarme minutos y, si no, aportar desde afuera, como me tocó en la Copa América cuando me lesioné. Uno tiene que estar acá. Lo demás es yapa...